miércoles, 15 de octubre de 2008

‘Literatura costarricense: acercamiento a la poesía guanacasteca en el siglo XX’, (y 2) por el Lic. Miguel Fajardo Korea


La literatura guanacasteca tiene como antecedente histórico la producción de la literatura popular (coplas, bombas, retahílas, tallas, cuentos o cuadros costumbristas). Los sabaneros y la peonada componen y declaman. Son poemas anónimos, espontáneos, apelativos, de lenguaje directo, que se transmitieron oralmente, desde el contexto de la hacienda ganadera, en el siglo XVIII, hasta hoy. Con dicha literatura adquiere vigencia el color local, el lenguaje vernáculo, la figura del sabanero y del campesino, lo pintoresco, el contexto rural o el acento geográfico idílico.
   El folclore tiene espíritu epocal, se canta, se transmite, se recuerda. Los cuentos y romances populares, las coplas o la música regional, representan una afirmación de la guanacastequidad, como una manera de conformar su acento diferenciador.
   La poesía guanacasteca en el siglo XX, parte de un hecho trascendental: la anexión del Partido de Nicoya a Costa Rica, el 25 de julio de 1824. Desde 1980 sostengo que el grito: “¡De la patria por nuestra voluntad!”, marca el nacimiento de conciencia de esta literatura, que hoy se desarrolla en la triangulación local, nacional y global. La precisión semántica “¡De la patria por nuestra voluntad!” permitió aglutinar los anhelos de todo un pueblo. En esa línea, se considera una frase bisémica, que incluye los conceptos, patria y voluntad y, en opinión de Marco Tulio Gardela, representa “todo un poema en una frase de pedestal” (Gardela, Marco, 1995, 22. Guanacaste, árbol poético. Universidad de Costa Rica).
   La temática empleada por la poesía guanacasteca escrita, precisa vías como el amor, la naturaleza, la historia, la soledad, la vida, la muerte, el misterio, el dolor, la paz, la familia, la deshumanización, Dios, la protesta social. Inserta, asimismo, costumbres y tradiciones: sabanero, vaquiada, bailes, música; igualmente, los hechos sociopolíticos de la Anexión del Partido de Nicoya, la participación en la Campaña Nacional, la presencia del Batallón de Moracia, el cercenamiento peninsular, la Confraternidad Guanacasteca; el índice socio-productivo de la hacienda ganadera y la explotación minera. En todos, se advierte un compromiso de conciencia con el mejoramiento del Guanacaste Eterno.
   Los creadores de la zona han encontrado en la incorporación de su registro lingüístico un distintivo para su discurso poético. Existe una vocación transparente por insertar términos regionales, con los cuales la poesía guanacasteca gana giros semánticos y estilísticos propios. Ser guanacasteco es enorgullecerse de ello para perfilar un espíritu distintivo dentro del espacio regional, nacional o planetario.
 Se desprende que los términos incorporados corresponden a diversas actividades socioeconómicas de la región: la hacienda ganadera, las formas de producción artística, las fiestas, la agricultura, la flora, la fauna, la actividad minera, entre ellas: sabanero, espeque, guacal, bajura, fajina, parranda, vaqueada, pampa, huelenoche, tinaja, llano, hamaca, matapalo, coligallero, molinete, polaina, surco, hacienda, marimba, vaqueta, comal, toril, relinchar, quijongo, tonada, retahíla, baile, rodeo, talla, picada, tajona, galope, arrecho, cimarronero, pilón, alforja, calabazo, fogón, rancho, nimbuera, quijongo, carraca, jícaro, grito, barro y los populares güipipía, o bien, uyuyuy bajura.
   Los símbolos con mayor recurrencia: Dios, lluvia, sol, naturaleza, noche, sabanero. En otro orden: mujer, llano, hombre, semen, semilla, grillos, mar, animales, cosmos, silencio, sangre, raíz, fuego, piel, piedra, ojo, flor, tierra, luz, ríos, pájaros.
   Mediante la poesía es posible reconocer los rasgos que fortalecen la identidad cultural del ser guanacasteco con una visión cosmovisionaria: trabajador, franco, amigo, benigno, fiestero, luchador, apasionado, respetuoso, decidido, pacífico, idealista, autóctono, sensible, orgulloso, extrovertido.
Se considera de interés señalar que algunos ven al guanacasteco como un ser empeñado en preservar sus raíces y transmitirlas, no obstante, se aduce que es abierto al contacto con otras culturas, sin embargo, desea conservar su propio universo, porque vivencia cuanto puede su vertiente cultural. Existe una clara conciencia de que existe un ser guanacasteco, heredero de una cultura chorotega, subalterna y marginada, que se lleva adentro y se materializa en su forma de hablar, en una cadencia propia y en una gastronomía basada en el maíz.
   El guanacasteco es quien siente, vive, apoya y contribuye con el engrandecimiento del ser vernáculo mediante su cultura y perfila su espíritu dentro de un mundo de tradiciones y modos de ser. El auténtico guanacasteco debe enorgullecerse con la práctica de la guanacastequidad, definida por Marco Tulio Gardela como “el conjunto de características, símbolos, costumbres que conforman el ser guanacasteco, forjado en el cotidiano discurrir y en los acontecimientos trascendentales” (Gardela, Marco; Fajardo, Miguel; Zúñiga, Ligia. Confraternidad guanacasteca siempre. San José: Zúñiga & Cabal, 1991, p. 9).
   ‘Vivamos la guanacastequidad’ es un programa curricular, avalado por el Ministerio de Educación Pública de Costa Rica. Es decir, el guanacasteco inscribe su orbe, tanto humano como cultural, de un modo definido; comprende su realidad contextual y se muestra como partícipe de su herencia histórica, la cual tiene que defender de amenazas e incomprensiones.
   Cada creador debe preocuparse por conocer los alcances en torno de su función artística, la que es valorada desde diversas perspectivas, a saber: mantiene viva la memoria colectiva; proyecta al ser humano en todas sus dimensiones;.es vehículo de transformación cultural de los pueblos; es un medio de lucha contra la ignorancia y la pobreza; es un acto de goce personal, en su creación y recreación; actitud de reivindicación social, militante y comunicativa.
Se evidencia una diferenciación sostenida entre los creadores del período tradicional (idealización guanacasteca), con la incorporación de unidades como costumbres, tradiciones, el abordaje prototípico contextual, la hacienda ganadera como eje económico y el surgimiento de los arquetipos, producto de ese entorno. En este período, que comprende hasta la primera mitad del siglo XX, la actividad económica guanacasteca giró en relación con las actividades socio-productivas de hacienda ganadera. Como un antecedente al período tradicional, se consigna la existencia de tres textos emblemáticos: Mucho se morían un poema chorotega en nahuatl, recogido por el Dr. Chas H. Berendt en 1874; Loa del mangue de Nicoya, recuperado por el lingüista Walter Lehmann, en 1909 y El indio enamorado (Cabal, Antidio. Costa Rica y poesía. Poesía indígena I. San José: CEDECO, 2003, pp. 114-116).
   En cambio, los creadores de la posvanguardia -Centro Literario de Guanacaste, 1974 hasta la fecha- han ampliado su canon lírico, y sustentan una visión objetiva de su espacio; asimismo, su ámbito literario posee tonos de mayor alcance, producto de los cambios en los índices sociales y educativos, creación de las sedes regionales universitarias, públicas y privadas, así como de obras de infraestructura y megaproyectos, que implican un relanzamiento: el aeropuerto internacional Daniel Oduber Quirós y el Puente La Amistad de Taiwán, por ejemplo, cambian el eje de vinculación con el Valle Central y el mundo, los cuales aceleran los procesos de transculturación y ponen a la provincia en la onda expansiva de los avances tecnológicos y en el marco de una nueva y agresiva economía de servicios. A modo de ejemplo, Guanacaste recibió a 240.000 turistas durante el 2007.
   Dentro de las promociones más jóvenes, se observa una ruptura respecto de las formas y los modos literarios heredados. Dicha separación es, tanto en los aspectos estilísticos como en las producciones y los registros temáticos. Reflejan su preocupación desde Guanacaste, tanto en la onda extensiva como en la cosmovisión regional, nacional, continental y planetaria. Ellos mantienen una apreciación que choca contra las circunstancias limitadoras y se enfilan hacia un testimonio de símbolos y pluralidades. Es una poesía de proyección, producida desde Guanacaste, pero no para quedarse, necesariamente, en sus contornos.
   Guanacaste, como sujeto lírico, es un nudo de significación visto desde una perspectiva crítica, con un lenguaje elaborado, lleno de figuras como la metáfora y la imagen guanacastecas, que tratan de visualizar una toma de conciencia lírica, al incorporar los guanacastequismos en las construcciones lingüísticas. La diversificación de los contextos económicos y sociales experimentados por la provincia de Guanacaste inciden, ahora, en la renovada cosmovisión, tanto temática como estilística.
   Las lecturas de autores nacionales e internacionales son una constante entre los creadores nacidos alrededor de 1950. Otro factor son los viajes y los estudios. Muchos de sus creadores han logrado ser individuos más viajeros y, desde luego, amplían su orbe, ya que esa condición hace posible que el lector sea capaz de realizar otra lectura de la aldea global. Asimismo, la incorporación de la Internet amplía los espacios culturales en el marco de la modernidad y la globalización. Entre sus autores tenemos a Otto Apuy, Omar Arrieta, Marco Gardela, Manuel Marín, Florencio Quesada, Herberth Espinoza, Santiago Porras, Ernest Florian, Franklin Ruffino, Rosario Meléndez, Ligia Zúñiga, Mario Matarrita, Enrique Tovar, José Antonio Porras, José Antonio Cabrera, Álvaro Arias, Édgar Leal, Víctor Piloyo, Adrián Díaz o Miguel Fajardo.
   Establezco la siguiente periodización para la literatura guanacasteca: a) 1824-1890; b) 1890-1935; c) 1935-1974; d) 1974 hasta hoy.
   Cronológicamente, hay dos escritores fundacionales: Ramón Leiva Cubillo (1892-1992) y María Leal de Noguera (1892-1989). Escarceos (1930), de José Ramírez Sáizar (1915-2001) es el primer libro de la poesía guanacasteca. Adán Guevara Centeno (1913-1980) ha sido el poeta más viajero. Desde 1990 hasta la fecha, hay cinco tesis universitarias sobre temas y autores de Guanacaste, tres en poesía.
En conjunto, los poetas de Guanacaste han obtenido distinciones literarias importantes: Premio Nacional de Cultura Popular, Premio Nacional de Promoción y Difusión Cultural, ‘Aquileo Echeverría’, Joven Creación, Una-Palabra, ‘Jorge Volio’, ‘Alfonsina Storni’, ‘Fulbright’, ‘Carlos Gagini’, ‘Valle-Inclán’ o ‘Macedonio Palomino’.
   Es interesante formular un recuento de la integración que, desde afuera, han realizado diversos autores, quienes incluyen a Guanacaste como tema literario, por ejemplo: Aníbal Reni, Hernán Elizondo Arce, Joaquín Vargas Coto, José León Sánchez, Joaquín Gutiérrez, Edelmira González, Rodolfo Dada o Juan Diego Castro Fernández.
   Esta ponencia solo pretende mostrar la trayectoria de la poesía guanacasteca en el siglo XX, tanto en el estadio histórico costarricense, centroamericano, y más allá.
Lic. Miguel Fajardo Korea, Costa Rica

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