jueves, 28 de marzo de 2024

Poema del día: "Lavá la ropa mujer...", de Silvia Álvarez (Argentina, 1956)


Lavá la ropa mujer
sacá esas manchas de allí
con limón al sol y jabón blando
lavá rápido la mancha
se expande
y temías perderte
fregá urgida urgente la mancha
mustia te mira tiene olor
pero mira cómo vibra
una lengua se posa sobre ella y la chupa
lavá la ropa la mancha la lengua
mujer
que no queden vestigios
y temías
friegaquetefriega
no mires más -te dicen
pronto
sacá esa mancha de ahí

Silvia Álvarez en Déjala correr, déjala correr (1987), incluido en Poetas argentinas (1940-1960) (Ediciones del Dock, Buenos Aires, 2006, ed. de Irene Gruss).

miércoles, 27 de marzo de 2024

Poema del día: "Degollado mi corazón...", de Juan Eduardo Cirlot (España, 1916-1973)


Degollado
mi corazón todavía puede abrir los ojos
y emitir los sonidos que el cielo sollozaría.
Abierto
todavía respiro las grandes esperanzas azules
y verdes,
como en un siglo XIV donde está
la herida y el plomo de los sellos colgantes.
No puedo reconocer
los campos donde estaría al atardecer la dama,
ni el oro dorado y gris
me puede acompañar en estas noches quemadas
por la luz de otros astros que nadie ha dibujado.
Sin voz
aún puedo acercarme a la fuente. Y a rastras
mojo mis manos lejanas,
mi frente cortada por los látigos,
mis palabras cosidas con un hilo de seda
entre los alfabetos, que aparecen al fin
al excavar los fondos,
los campos donde estaría la guerra de hierros,
donde mi estandarte negro con una lis roja
y mi boca de siempre estarían.

Degollado
mi corazón todavía puede mover los labios
y avergonzarse con cada amanecer y con cada anochecer
porque la Gran Corona cayó de mi frente.

Juan Eduardo Cirlot, incluido en Poesía surrealista en español (Éditions de la Sirène, París, 2002, ed. de Ángel Pariente).

martes, 26 de marzo de 2024

Poema del día: "Yo, el brujo", de José Roberto Cea (El Salvador, 1939)


Yo soy Quirino Vega,
Tengo hierbas de pájaros malignos
para falsear candados y memorias.
Tengo, además, oraciones que alejan la maldad
y hacen retroceder al enemigo.

Yo, Quirino Vega,
Sé matar la cal viva, pero sufro.
Hace años que he muerto para el ángel,
pero me sobreviven, la Chagua Théspan, mi mujer,
y diez hijos.
Seis hembras ya cazadas sin casarse,
y el resto, unos muchachos locos,
alegres como pascuas.

Lo que sé, lo heredo de mi padre.
Él sabía sus cosas. Tantas sabía
que me alcanzó a dejar mucho que vale.
Por ejemplo, su corazón de codorniz salvaje.
Y ese afán tan limpio,
de agua que no cede en el pantano,
que todo lo del mundo se encuentre en su lugar.

El nombre que me puso,
según dicen las piedras de coral,
fue para que yo no perdiese el camino.
Y las espinas no dejaran su huella en mi memoria.
Y las hormigas me trajeran gusanos moribundos,
sapos muertos y cogollos de plantas misteriosas
que harán perder el agua de las pilas...

Yo, Quirino Vega,
siempre anduve en camisa de once varas
por decir la verdad a quemarropa
y no hacer uso de platos de lentejas.

No di palos de ciego, me cayeron.
Pero ahí voy, de memoria en memoria,
más querido que el aire y que el dinero.
Repartiéndome azul, a manos llenas.

Dándome de verdad, completamente nuevo en cada entrega.
Sin sudar tinta, sí, pero soberbio.
Así somos los brujos de Izalco.

José Roberto Cea, incluido en Poesía contemporánea de Centroamérica (Los libros de la frontera, Barcelona, 1983, selec. de Roberto Armijo y Rigoberto Paredes).

lunes, 25 de marzo de 2024

Poema del día: "A quienes se van para olvidar su hogar...", de Georges Schehadé (Líbano, 1905-1989)


A quienes se van para olvidar su hogar
Y el muro familiar a las sombras
Les revelo la llanura y las aguas herrugentas
Y la regia Biblia de las piedras

No sabrán
-Excepto del hierro y del jazmín de las figuras
La Noche lisonjera de trasplantar los mundos
La vejez en el reposo como una savia

Para ellos ningún canto
Sino el rocío candente de la mar
Sino la eternal tristeza de las fuentes

Georges Schehadé, incluido en Revista Poesía (Venezuela, 27 de marzo de 2023, trad. de Reynaldo Pérez Só).

Otros poemas de Georges Schehadé

domingo, 24 de marzo de 2024

Poema del día: "1918", de Ostap Slyvynsky (Ucrania, 1978)


Lo que queda de una bala expansiva
a veces no es más que esquirlas.
Lo que recuerdo de la guerra
es un caballo
que se cayó de un vagón de tren
en una torcedura del indicador
justo antes de que la guerra terminara.
Nadie regresaría por él, nadie
lo recogería del dique.
Los niños lo alimentaban con pasto,
estaba ahí, echado,
las patas rotas, la vista nublada,
la piel rezumaba una viscosidad negra
como una señal de que la noche,
retirándose, abandonaba el terreno
en favor de la noche
que estaba por llegar.

Ostap Slyvynsky, incluido en Periódico de poesía (14 de noviembre de 2022, UNAM, México, versiones de Alberto Paredes).

sábado, 23 de marzo de 2024

Poemas de Claribel Alegría (Nicaragua, 1924-2018)


Poema del día: "Valle de ojos cerrados", de Nina Kossman (Rusia, 1972)


1

En esta segunda década del tercer milenio
yo,
nacido tres veces del árbol de la carne,
caído tres veces desde sus ramas vacías,
como agua diáfana empozada,
roja por el mar materno,
sílabas de mi nombre apúranse a rescatar
de tus labios
quietud
aire
con los que tu boca intenta crear mi nombre-
"quejas del viento sobre montón
de huesos"-.
Sea ese mi nombre en esta vida:
Cielo Precipitándose para Unirse al Agua.


2

Agua de piedra
coloreada por el viento,
esculpida por la luz desprendida de tus párpados:
un momento lo es todo en el silencio del recién nacido.
Ahora toma una jarra,
vierte pequeños ecos por igual
sobre la tierra,
en la fortaleza de escorpio,
sobre las piedras transparentes,
y la llama inmóvil a la puerta.


3

Sumergiendo mis pómulos
en la sustancia ciega,
en el agua refrescante del sí materno,
yo, río de tu cuerpo,
yo, la cuerda floja del miedo que caminas,
vuelvo a ti cada noche, inmóvil.
Diariamente, noche a noche
entierro ambas manos en tu soledad:
ecos
me responden en tu valle de ojos cerrados.


4

Sal de la tierra en una semilla de girasol,
sal en las hojas del árbol de la destrucción,
sal abriéndose y cerrándose
como una flor,
transparente
laberinto que debo cruzar
para cerrar mis párpados con tus dedos de sueño,
para abrir los tuyos con mis dedos de arcilla y agua.


5

En la segunda década del tercer milenio,
yo,
alucinación de flama en la cara de un niño,
guardián de los sueños sutiles del niño,
todos sus alientos ahora un solo aliento,
todas sus palabras una frase interminable.
Me divido en lunas paralelas,
me derramo en un tazón de sangre -
me verás como a la sal de tu cuerpo,
me oirás pensar en tus pensamientos...
Cuando te ofrezco una cara de la luna, ya sabes:
mi cara es la cara carcomida
por años de enfermedad y hambre,
cara de un niño que murió
hace ochenta años.

Nina Kossman, incluido en Nueva York Poetry  (EEUU, 7 de marzo de 2021, trad. Linda Morales Caballero).